El sendero de la vida

Hermann Hesse, conocido principalmente por su obra Siddhartha, reiteró en varias ocasiones que la vida de un hombre es un camino hacia él mismo, pero la primera vez que afirmó dicha frase, la relató en Demian una obra dotada de menor fama que Siddhartha pero no por ello mejor, por supuesto.

Pero no, no he venido a hablaros de Demian aunque la frase me venga perfecta para incluirla en este artículo. He venido a hablaros de mi experiencia con Braid, el popular juego de  Jonathan Blow que cautivó a muchísimas personas por su manejo del tiempo y la fusión, con gran acierto, del género plataformero y de puzzles.

Obviaré todo lo que se ha hablado en otros artículos y me centraré en el trasfondo de la obra, pues Braid más que un juego es una reflexión sobre los actos, es decir, sobre la vida, pues para un servidor que escribe estas líneas la vida se mide en los actos que hagas, pues al fin y al cabo deciden tu futuro.

Este artículo, queridos lectores, no pretende vender Braid, aunque también ayuda, principalmente vende el trasfondo que oculta uno de los juegos más exitosos del mercado indie.

Braid

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  • La búsqueda del “yo” interior

Desde el primer momento que iniciamos Braid, Tim, su protagonista, nos presenta una historia que parece tener lo mismo que las demás; un trasfondo lleno de sentimientos y sin apenas personalidad.

En el primer mundo del juego me estaba preguntando qué había impulsado a los críticos y entendidos del sector a lanzar tantos elogios a este juego, y de hecho, en el segundo mundo abandoné la esperanza de encontrarme con la obra maestra que me habían vendido algunos y decidí continuar porque al fin y al cabo, el juego merecía la pena. Pero no, me equivoqué una vez más, y eso que llaman destino me reveló lo que me había pasado con dicho juego.

Pronto empecé a comprender que en realidad el juego estaba madurando al llegar al tercer mundo (por orden de juego claro), y que lo anteriormente sucedido era algo parecido a la infancia, tan sólo una presentación de los tantos problemas que nos van a suceder en la vida, y que la verdadera búsqueda del “yo interior” comienza cuando se alcanza una cierta edad, no cuando se empieza a andar.

Tim, en un primer contacto, es un personaje que nos cuenta que busca una princesa, pero no nos cuenta nada de la razón por la que está tan empeñado en conseguirla, algo debió hacer mal, y eso precisamente es lo que falla en los primeros instantes, dado que no cuenta nada de esto.

Más allá de eso, Tim es un personaje mucho más profundo de lo que parece, y es que los libros que encontramos en el juego nos lo van contando. Por lo que cuentan, Tim es un personaje solitario, perspicaz y con una gran capacidad de superación. A pesar de conocer estos detalles, Tim comienza a descubrirse a sí mismo, se va encontrando con su verdadero “yo” a lo largo de su viaje, y lo que encuentra le ayuda a creer más en él.

A Tim le importa poco o nada todo lo que le rodea y no le da miedo afirmar que mientras las personas van siempre dirección al sur, él siempre prefiere ir al norte ya que no siente el impulso de seguir a la gente, pero sólo encuentra excepción en él mismo y en la búsqueda de la princesa, que es el siguiente punto que voy a tratar.

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  • ¿Qué es la princesa?

Recomiendo a quien no haya terminado el juego o que no quiera descubrir parte del contenido final, que obvie estas líneas, y si por el contrario has terminado o quieres desvelar dicha parte sin haberlo pasado eres libre de continuar.

Queda muy claro, la princesa es lo que cada uno quiera creer. Sin más. Hay diferentes teorías sobre la identificación de lo que se esconde detrás de la princesa, unos (muchos) dicen que es una bomba atómica y otros hablan de que no es nada, es una ilusión y sinceramente creo estar más seguro de esta última teoría, aunque no la considere la correcta.

Llegamos al último desafío que nos propone Braid, y ahí estamos, viendo como un caballero tiene a nuestro objetivo, a nuestra princesa. La princesa logra zafarse del aparente villano y huye, empieza a correr y mientras tanto, nuestro pasado nos intenta devorar en forma de fuego. Trampas, enemigos y pensar en tiempo récord es lo que nos espera por delante para llegar hasta ella, y finalmente, después de mucho sacrificio, abandonamos nuestro pasado y nos centramos en nuestro presente. Una escalera y todo habrá acabado, la princesa será de Tim y éste nunca la dejará escapar. Pero entonces pasa algo.

Tim se da cuenta de que no es nadie en la vida de la princesa, porque al llegar, un cristal le impide reunirse con ella y es más, ella hace caso omiso de la presencia de Tim, porque pronto nos damos cuenta de que no hace un atisbo por reunirse con nosotros. Podría romper el cristal, podría hacer diferentes métodos con tal de reunirse con nosotros y romper las cadenas que los han alejado este tiempo, pero no es así, ella no quiere.

En resumidas cuentas, somos los malos. La vida ha dado una dura lección a Tim sobre lo que es el amor y ha descubierto el rechazo en éste, por lo que a pesar de que le cueste aceptar la realidad tiene que alejarse de ella, y comenzar una nueva vida, buscando una nueva princesa, u ordenando antes las piezas de un rompecabezas que quizás nunca ordenó correctamente.

Braid

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Braid se basa en la lucha por un objetivo, en la búsqueda de “yo interior” de Tim, y por supuesto trata de la búsqueda de la princesa, del amor o desamor según como acabe todo. Es un buen juego de plataformas, de puzzles o de lo que queráis ponerle como género, pero sobretodo es una experiencia que nos enseña una lección, y es que ciertos fracasos no se pueden evitar ni recorriendo el tiempo en busca de una excusa para cambiar el presente.

Etiquetas BraidexplicaciónindieJonathan BlowopinionplataformasPrincesapuzzlesreflexiónTim

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Juanma García

Juanma García

Madrileño de 22 años. Escritor en TecnoSlave y GameReport que busca en los videojuegos algo más que un entretenimiento.

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