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22 de abril 2013
De la mano de Focus Home nos llega Cities XL Platinum, un simulador enormemente completo que nada tiene que envidiar a sus competidores más directos.
Plataforma: PC
Desarrollador: Focus Home Interactive
Distribuidor: Focus Home Interactive
Fecha de lanzamiento: 6 de febrero de 2013
Género: Construcción / Gestión
Idioma: Castellano
Jugadores: 1 jugador
Requerimientos mínimos.
Sistema operativo: Microsoft Windows XP SP3, Vista SP1, 7 u 8
Procesador: Intel/AMD 2,5 GHz o superior
Espacio libre en disco: 9 GB
Memoria RAM: 1 GB RAM (XP), 2 GB RAM (Vista/7/8)
Tarjeta gráfica: NVIDIA Geforce 8800/ATI Radeon HD 3850 o superior, 512 MB RAM, DirectX 9.0c
Ratón y teclado
En Cities XL, como en muchos otros videojuegos, se nos ofrece la posibilidad de crear desde cero una boyante y próspera ciudad, gestionando todos y cada uno de los elementos que la componen. Zonas residenciales o industriales, comisarías de policía, cuarteles de bomberos… Tendremos que tener en cuenta todos los detalles si queremos que nuestros ciudadanos estén contentos y no se vayan, además de atraer a otros nuevos.
Empezando por lo más básico, lo primero será siempre elegir el lugar donde queremos empezar a construir. El mundo de Cities XL es inmenso y seguro que encontramos una zona acorde a nuestros gustos. ¿Construiremos una pequeña ciudad granjera o buscamos convertirnos en la nueva Gran Manzana? Tengamos la idea que tengamos en mente, habrá un terreno específico para nosotros en el que encontremos los recursos necesarios para comenzar la construcción de nuestro nuevo asentamiento.
Una vez seleccionado el mapa se nos pedirá un nombre para nuestra ciudad y se nos permitirá adentrarnos en el territorio elegido. Sea cual sea por el que optemos, contaremos con un gran espacio para construir. Esto supone un enorme punto a favor de CitiesXL pues, sea cual sea la ciudad que queramos levantar de la nada, tendremos sitio de sobra para colocarla y verla crecer.
Podemos empezar a modelar el entramado de calles tan pronto como lleguemos a la zona, comenzando siempre por conectar la ciudad con el exterior. No queremos vivir aislados del mundo, ¿verdad? Esto servirá para comerciar con el resto de nuestras ciudades, dejando así ante nosotros un juego de gestión de multiciudad que nos permitirá centrar cada uno de nuestros asentamientos en uno o varios recursos para utilizarlos así como moneda de cambio con el resto de nuestras urbes. Cuando acabemos de dibujar las calles sólo nos quedará colocar el ayuntamiento, dotar de energía a la futura metrópoli y comenzar a construir.
Un lugar para vivir.
Como es lógico, nadie querrá instalarse en nuestra ciudad si no tenemos casas. Tampoco nadie querrá quedarse si no consigue alimento con facilidad ni trabajo. Para conseguir esto, deberemos colocar zonas residenciales, comerciales e industriales respectivamente. Nada que no hayamos visto antes si ya hemos jugado a este tipo de juegos. Lo nuevo aquí radica en la cantidad de formas diferentes que tenemos para delimitar estas zonas. Podemos optar por una ciudad cuadriculada, sirviéndonos para construirla de la herramienta de zona rectangular; o podemos crear algo más orgánico y vivo con las herramientas de zona lineal y zona libre. Estas opciones nos servirán para dibujar carreteras del grosor que prefiramos a las que irán unidas numerosos solares preparados para el tipo de construcción elegido. Además, también tenemos la zona simple para colocar un solar en el lugar que prefiramos, aunque siempre deberá ir unido a una carretera para que los camiones de obra y la energía eléctrica puedan llegar sin ninguna dificultad.
Como componente adicional, cada zona está dividida en varias clases. Seremos capaces de elegir qué tipo de gente queremos que viva en nuestra ciudad y cómo queremos que se gane la vida. Así podremos dividir nuestra metrópoli en barrios para trabajadores no cualificados, cualificados, ejecutivos y élites. Cada uno de estos tipos de ciudadano tendrá sus inquietudes y trabajará en un lugar diferente, desde tiendas pequeñas e industria pesada, pensadas para los menos cualificados, hasta grandes oficinas y empresas de alta tecnología, donde sólo aceptarán a los más preparados. ¿Qué clase de ciudadanos es mejor? Eso queda siempre a elección del jugador, aunque habrá que tener en cuenta que la mayor cualificación suele venir de la mano de una mayor exigencia. No son iguales las necesidades de ocio de un trabajador no cualificado, que se conformará con un par de estadios de fútbol y una pista de karting, que la de un ejecutivo, quien, además de lo ya mencionado, buscará también lugares de ocio cultural como teatros o cines. Sin embargo, estos últimos suelen estar más dispuestos a pagar unos impuestos algo más elevados debido a su, en general, alto poder adquisitivo.
Asegúrate de que tu ciudad es un lugar feliz.
No sólo tendremos que ocuparnos de la felicidad de los ciudadanos, sino que también habrá que tener contentos a los empresarios y dueños de las industrias. Si un lugar no invita al comerciante a instalarse, éste acabará por no obtener beneficios. De este modo, necesitaremos estar constantemente comprobando que las empresas e industrias de la ciudad funcionan correctamente, y que las que quiebran no lo hacen por culpa de nuestra mala gestión. Una industria que no encuentra trabajadores no cualificados dispuestos a operar su maquinaria optará por irse de la ciudad, abandonando el edificio que construyera cuando llegó y generando una consecuente sensación de ruina en el barrio, lo que quizá provoque que otras industrias rehuyan instalarse allí. De igual manera, una gran empresa que no encuentra hoteles en los que hospedar a sus clientes cuando necesita que éstos vengan a la ciudad a hacer negocios terminará emigrando a otro sitio en el que pueda ofrecer un trato digno a aquellos con los que necesita reunirse.
Estos motivos, además de muchos otros, pueden llegar a provocar que, aún cuando la tasa de paro de nuestra ciudad sea mínima durante un tiempo, el trabajo empiece a disminuir a medida que las empresas, industrias y comercios quiebran. Un problema más del que ocuparse que contribuye a aumentar la sensación de realismo tan presente en el juego. ¡Hay que ocuparse de demasiadas cosas para que esto funcione!
Gestiónalo todo.
Como si no fueran ya suficientes preocupaciones todas las citadas, Cities XL nos da la posibilidad de ocuparnos de todos los detalles que podamos imaginar. Como buen simulador, ofrece las típicas opciones de presupuesto, en las que podremos fijar desde los impuestos que cobraremos a cada uno de nuestros ciudadanos, hasta el dinero que destinaremos a los distintos servicios; pero también gozaremos de otras características a la hora de personalizar nuestra ciudad. Así, podremos ocuparnos de por dónde pasan las líneas de nuestros autobuses, cortar calles y obligar a los coches a pasar por otro lado para descongestionar el tráfico, o construir la más sofisticada red de metro que haya conocido la Humanidad.
Sin embargo, donde Cities XL deja ver su magnífica capacidad de gestión es en el comercio entre ciudades. Como es lógico, nuestra ciudad necesitará importar las cosas que no tenga y exportar las que le sobren para poder seguir creciendo a un ritmo aceptable. Para ello, deberemos intercambiar fichas con todas las demás ciudades que controlemos. Todo el excedente que produzcamos se traducirá en fichas positivas, mientras que lo que nos falte generará, como es lógico, fichas negativas. Mediante la ventana de comercio podremos intercambiar estas fichas con nuestras demás urbes. Si sólo hemos fundado una ciudad, o nuestras ciudades no pueden permitirse comprarnos lo que nos sobra o vendernos lo que nos falta, deberemos llegar a un trato con Omnicorp. Omnicorp es una multinacional de las más malvadas y manipuladoras que existen, que se aprovecha de su enorme cantidad de recursos para fijar los precios más abusivos y absurdos que podáis imaginar, por lo que es recomendable evitar hacer tratos con ellos en la medida de lo posible. Son mala gente.
¿Dónde está todo el mundo?
Quizá el punto negativo más obvio de Cities XL es su apartado gráfico. A nivel de calle, por muchos habitantes que tenga nuestra ciudad, sólo veremos un par de coches e incluso menos transeúntes. En ocasiones, al hacer zoom en las calles marcadas en color rojo indicando una gran afluencia de tráfico, no veremos más que dos o tres coches. Esto, sin duda, repelerá a aquellos jugadores más detallistas, pero si tenemos en cuenta la gran variedad de edificios que ofrece el juego, y la fluidez con que estos se levantan ante nuestros ojos, se podría decir que esa carencia queda más que suplida para los jugadores más pragmáticos a la hora de enfrentarse a este tipo de juegos. En opinión de este humilde redactor, cosas como esa no aportan demasiado a la experiencia, pero la verdad es que le dan un punto de realismo e inmersión que no le vendría demasiado mal.
Puestos a hablar del apartado gráfico, cabría destacar también que su interfaz no resulta, en general, demasiado atractiva, aunque sí realmente intuitiva. No resultará llamativo, pero no nos costará mucho encontrar lo que deseamos construir o la gestión que queremos realizar entre la multitud de botones que podemos ver.
Relájate y construye.
La música en estos juegos no suele llamar demasiado la atención, y Cities XL no parece haber decidido destacar en ese aspecto. La banda sonora se basa, principalmente, en una serie de temas instrumentales de un corte bastante relajante que invitan a sentarse delante del ordenador a, sencillamente, relajarse y disfrutar viendo cómo nuestra ciudad crece cada vez más.
Sin embargo, algo que se suele agradecer en los títulos de gestión son los efectos sonoros, los cuales este en concreto deja un poco de lado. Seremos capaces de oír algún coche pitando, y el correr del agua en las fuentes de los parques, pero nada de niños correteando en los alrededores de los colegios o sirenas de ambulancias, coches de policía y camiones de bomberos circulando por las zonas conflictivas.
¿Las comparaciones son odiosas?
Si comparamos a Cities XL con otros juegos de gestión urbana y, en concreto, con el que quizá sea el más conocido del momento SimCity, podremos ver que no tiene nada que envidiar. Su capacidad de personalización y gestión es enorme, al igual que el espacio libre del que disponemos. Si queremos total libertad a la hora de construir, los territorios que ofrece el juego son lo suficientemente vastos como para colocar en ellos todo lo que deseemos. El comercio multiciudad, además, ofrece la manera perfecta de especializar nuestras ciudades como queramos, sin necesidad de tener que elegir entre una serie de opciones predefinidas. En estos puntos, el título iguala, cuando no supera, al simulador de Maxis.
Sin embargo, en el apartado estético SimCity gana de calle. Éste último tiene ciertas funcionalidades que no podemos encontrar en Cities XL, tales como la destrucción de la ciudad por medio de desastres y la administración de pequeños detalles, como pueden ser las patrullas policiales. El nivel de detalle de SimCity es ciertamente mayor, pero Cities XL se centra más en la gran gestión de la urbe. Además, la necesidad de estar conectado constantemente a internet para jugar a SimCity es un claro punto negativo para éste. Cities XL ofrece la posibilidad de comerciar con uno mismo. Esto quizá le reste ese componente de estrategia que le daría no saber cuáles son las intenciones de aquellos con los que comerciamos, pero favorece el crecimiento de nuestras urbes, ya que es muy difícil que uno actúe en su propia contra, ¿no?
Resumiendo, Cities XL no tiene nada que envidiar a otros simuladores de su tipo. Hay aspectos en los que incluso los supera. Se puede decir que Cities XL es un simulador maduro y que ofrece la posibilidad de crear una gran ciudad acorde a nuestros mayores sueños de grandeza. Los aficionados al género estarán más que satisfechos con este título, sobre todo si pecan de puristas. No obstante, aquellos que busquen un título menos realista y más sencillo, harán bien en buscar una alternativa como, tal vez, SimCity.
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