Análisis Eador – Masters of the broken world

Por todos es sabido que FX Interactive lleva años llenando de alegría nuestras estanterías con sus juegos a precios bajos y competitivos, haciendo las delicias de los que buscábamos siempre un juego distinto a la media para poder pasar el rato. Es una de esas empresas que, aunque no te guste un tipo u otro de juego, siempre vas a ver en las estanterías y te apetecerá comprártelo, sólo por el apoyo que conlleva el simple hecho de hacerte con una de sus publicaciones.

En esta ocasión, nos presentan Eador – Masters of the broken world, un juego de estrategia y rol por turnos, de la mano de Snowbird Game Studios. Un título, que si bien nos viene recordando al gran Civilization, es una mezcla entre varios títulos del género que poco o nada deberían de envidiar de esta entrega que tenemos entre manos.

 

Plataforma: PC

Desarrolladora: Snowbird Games

Género: Rol/Estrategia

Disponibilidad: FX Interactive y Steam

Precio: 19,95 €

Idioma: textos en castellano

Fecha de lanzamiento: 19 de Abril de 2013

 

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Dígame, Amo ¿Cuáles son sus órdenes?

Eres tú. Tú eres el héroe elegido para salvar la región de los grandes señores feudales, gobernantes impasibles de los estados limítrofes a nuestra ciudad medieval. Como todo aprendiz, tu maestro te guía por los distintos pasos en el camino a la más absoluta y aplastante victoria. Aunque el héroe es capaz de vislumbrar una cierta charlatanería en aquél que bendice su nombre, obedece fielmente sus mandatos, superando con rapidez y templanza sus tareas, aprendiendo con presteza las labores de gobierno que tan importantes son para la prosperidad de sus gentes.

Llegado el momento, todo para lo que fue encomendado se lleva a cabo, resultando la guerra en triunfo para tus huestes, celebrándolo como bien se merece, con un festín en honor al héroe. De repente, todo te empieza a dar vueltas, como hipnotizado. Drogado, te das cuenta de que aquél al que tanto admiraste, es el autor del engaño, y que, mirándote fijamente a los ojos, te despide de tanto esfuerzo celebrado en vano.

Segundos después te despiertas en lo que parece otra esfera, otro mundo totalmente distinto. Un duende anodino y deleznable se te acerca, con cara divertida, y te llama Amo. En tu confusión, no reconoces a aquella extraña criatura, y mucho menos el por qué de ser tu esclavo. En cualquier caso, él mismo te desvela que todo lo sucedido anteriormente eran deseos tuyos por descubrir lo que se siente al ser mortal, y el sufrimiento al morir a manos de los propios humanos.

Así se termina la introducción al juego, que nos sorprende, en parte, por su historia entre simple y reveladora, no más allá de ser un aliciente más en escena. Nos encontramos en la Gran Nada, un universo plagado de fragmentos (algo similar a escenarios o islas) que flotan en el plano astral. Tú, un dios que lucha por gobernar todos los fragmentos de la Gran Nada, reclutas héroes como al que encarnaste tiempo atrás para hacer frente a los otros entes inmortales que buscan conquistar todo lo que aún no poseen. Entre batallas y conquistas, tú tendrás que decidir si utilizar la fuerza o el poder de la diplomacia para conseguir hacerte con los fragmentos y así constituir tu propio imperio.

Depende de tus decisiones cuál de los 8 finales disponibles en el juego consigas.

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A sus órdenes, Amo

En Eador, todo lo que hagamos tendrá repercusión en acciones futuras. Para avanzar, tendremos que contratar héroes, de un total de cuatro distintos al inicio (Guerrero, Explorador, Comandante y Mago) hasta un total de 30, que protegerán los sitios que gobernemos de los ataques enemigos y llevarán a cabo misiones de exploración y conquista.

Por otra parte, éstos héroes podrán contratar milicias, de un total de 60 tipos distintos, para ir avanzando en las conquistas y formando un pequeño ejército, amén de que a su vez, podemos utilizar distintos héroes, con lo que cada uno tendrá su milicia. Los héroes y las unidades irán ganando niveles a medida que vayamos jugando y ganando batallas, lo cual depende de varios factores.

Cada unidad posee un karma, ya sea bueno o malo. Ésta característica afectará en la manera que luchan, ya que si juntamos unidades de karma bueno con unidades de karma malo, su moral se verá afectada en detrimento de su efectividad. La moral afecta a las unidades de tal manera que influirá en su manera de luchar y en sus estadísticas.

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El campo de batalla está dividido en hexágonos, formando su totalidad una especie de retícula. Cada unidad tiene ciertos puntos de habilidades que los hacen únicos, en cuyo caso, la velocidad determina el número de casillas por turno que se moverá si no tiene ningún hechizo que lo altere. En la misma premisa, la moral afectará negativamente a las unidades si, por ejemplo, un compañero muere en una casilla contigua y positivamente si un compañero acaba con una unidad enemiga en una casilla contigua también.

Es de tener en cuenta que las unidades que contratemos, dependiendo de sus habilidades y sus características, tendrán un gasto de contratación y un mantenimiento distintos, así como los mercenarios que, por ende, son más caros que las unidades ordinarias. En cualquier caso, tendremos que tener en cuenta que las unidades también ganan niveles y que, al igual que el héroe, si mueren deberemos contratar otra, con lo que los niveles ganados se perderían por completo.

Las clases de unidades que tengamos disponibles vendrán determinadas por el tipo de construcción que hayamos hecho en la ciudad, ya que si tenemos, por ejemplo, una galería de tiro, estarán disponibles los arqueros, mientras que si hacemos un templo de los hermanos de la luz, tendremos sanadores. Y así un largo etcétera.

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Como se ha mencionado antes, los héroes pueden morir, pero al contrario que las unidades normales, podremos resucitarlo al cabo de 4 turnos por cierta cantidad de dinero o enterrarlo. Si decidiéramos enterrarlo, la contratación siguiente costaría menos oro.

A la hora de gestionar las provincias, la economía y las tasas, tendremos dos factores a tener en cuenta: el oro y los cristales. Cada provincia provee de una cantidad de cada uno, dependiendo de las tasas, recursos naturales que posea y de las razas que en ella vivan. Además, podremos construir, en menor medida que en la ciudad principal, edificaciones que permitirán aumentar las aportaciones que la provincia ofrece a nuestras arcas y recursos, dándonos la oportunidad de facilitar, en cierto modo, nuestros pasos.

Al recorrer las distintas provincias, el héroe tiene las opciones de explorarlas en busca de lugares, saquearla en busca de bienes (lo que afectará a la felicidad de sus habitantes), construir edificios y contratar milicia para proteger la provincia de ataques externos. Al explorar, existe un porcentaje de terreno explorado que aumenta un tanto por ciento por turno y que, en ocasiones, desvela lugares con enemigos. A veces podremos negociar y encontraremos aliados e incluso tiendas provinciales de gustos exquisitos, como armerías o joyerías, o cuevas y lugares hostiles que habrá que limpiar de indeseables seres para ayudarnos a subir niveles rápidamente y aumentar la seguridad de la población.

Al ser un juego que aúna estrategia y rol, será muy importante que tengamos en cuenta todos estos factores para no caer fácilmente a la primera de cambio. En cualquier caso, antes de entrar en batalla (en el modo principiante), el héroe hace comentarios que, dependiendo de su color y de lo que nos diga, determina si seremos capaces de hacer frente a la batalla o, por el contrario, sería una mala decisión afrontarla.

Teniendo en cuenta todo esto, nos encontramos ante un título con una curva de aprendizaje extensísima y muy elevada, a menos que seas alguien con cierta experiencia en este tipo de juegos. Al principio, sobre todo en la parte del tutorial, el juego resulta bastante lento en cualquier caso, dando la sensación de no estar haciendo nada a pesar de llevar unas cuantas horas jugadas. Esto no es sino fruto de la cantidad de posibilidades y de caminos a tomar, dado que, a medida que avancemos, las unidades y las ventajas serán mejores y más letales. Cierto es que esa sensación de tiempo perdido va desapareciendo a medida que ahondamos en el juego, y poco a poco se nota que es un juego que, en cuanto a jugabilidad, está bien cuidado en su mayor parte. Los niveles de dificultad determinan el nivel de recursos y oro que generan las provincias y las batallas, la resistencia de las unidades y la rapidez a la hora de conseguir las bonificaciones.

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Dentro de los modos de juego, encontramos, además de la campaña, el modo multijugador y el modo partida personalizada. El modo multijugador, que de momento está decepcionando a muchos, consiste, básicamente, en pequeñas escaramuzas o batallas, lo que quiere decir que no incluye el modo completo de exploración y conquista. Este dato nos deja un poco confusos sobre la duración que tendrían los mapas en caso de que el multijugador fuese completo, dado que ya de por sí el ritmo de juego es suficientemente lento como para que un mapa se alargue durante horas.

El modo partida personalizada, no es sino el mismo modo campaña pero sin historia y seleccionando distintas características, tanto ambientales como de tipo de terreno, enemigos, etc… . Resulta algo menos tedioso que el modo campaña, ya que podremos ir adecuando la dificultad a nuestro nivel de juego y así aprender de una manera más rápida los entresijos de su jugabilidad.

 

¡Enemigo a la vista!

Ya sabemos que este tipo de juegos no resultan nunca ser un alarde de gráficos, ni mucho menos. Tampoco están diseñados para ello, aunque sí presumen de abordar este apartado con escenarios coloridos y contrastados, donde todo esté bien definido.

En el caso de Eador, gráficamente es bastante inestable, dado que nos mueve a tirones en una máquina suficientemente capacitada para mover juegos muchísimo más exigentes que este, resultando en un fastidio visual constante. Todo ello unido a la poca naturalidad de los movimientos y las animaciones más bien escasas, consiguen que se nos haga un tanto difícil disfrutar con normalidad de las batallas y de los turnos.

A pesar de todo, consigue cautivarnos con sus escenarios y su concepto en fragmentos, lo que le hace no tener que mover demasiado modelado de una vez, y tenerlo todo un poco más al alcance de la vista.

 

¿Oye eso, mi amo?

En el apartado sonoro tampoco es una maravilla, recurriendo a melodías repetitivas y tópicas, que, como suelo decir en estos casos, cumplen su función de manera bastante discreta. Sonidos llamados a estar en su sitio, escasos y poco elaborados. En cualquier caso no es un aspecto que, en este tipo de experiencias, nos importe demasiado, ya que son juegos orientados a la jugabilidad y no tanto a la espectacularidad de sus efectos especiales.

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¡Gran batalla mi señor!

Con todo esto, no podemos definir a Eador – Masters of a broken world como un mal juego, si no todo lo contrario. En el momento en que consigamos superar la barrera de su velocidad y el cuasieterno (aunque necesario) tutorial, nos veremos inmersos en un mundo lleno de habilidades, personajes, héroes, señores, estadísticas y fragmentos que nada tienen que envidiar a otros títulos de características similares. Nuestras decisiones harán de nosotros un dios bueno o un dios malo, llevando con nosotros nuestra reputación y nuestros éxitos en batalla. Recrear y conseguir nuestro imperio no será cuestión de unas pocas horas, con lo que necesitaremos bastante tiempo para conseguir realmente ver el progreso, su dificultad elevada y sus numerosos modos de dificultad aumentan, si cabe, su ya de por si larga duración. Por desgracia, sus constantes bajadas de frames hacen, en ocasiones, insufribles las batallas. Aún así, es un juego que, con un poco de paciencia, os divertirá y os entretendrá durante mucho pero que mucho tiempo. ¡Buena suerte!

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Héctor Morales

Técnico de sonido aficionado a los videojuegos desde los 5 años. Amante del universo Silent Hill y de cualquier survival horror. Escribo y compongo en ratos libres, además de vivir en las más absoluta absurdez mental. Bienvenidos a mi mundo

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