Análisis Gumboy Crazy Adventures

Gumboy Crazy Adventure pertenece al género de juegos casuales. Por ello, debemos mirarlo desde esa perspectiva. Además debemos tener en cuenta que ya tiene a sus espaldas más de seis años, con lo que debemos mirarlo con un poco de retrospectiva, pues el juego puede resultar ciertamente decepcionante si lo comparamos con los juegos del mismo género que están apareciendo en estos días.

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El problema es que tras haber probado el juego, se le notan muchas deficiencias. Estas posiblemente no pesarían tanto sobre el juego si nos encontrásemos ante un juego gratuito, ya que las miraríamos de manera más indulgente. Pero no es este el caso, pues se trata de un juego comercial destinado a la venta al publico y es por ello que a pesar de tratarse de un juego de línea económica (y la experiencia ha demostrado que los juegos de este tipo de línea no tienen por qué estar mal acabados o simplemente ser malos), sigue siendo un juego por el que el usuario debe de invertir cierta cantidad de dinero y es por ello que debemos analizarlo como cualquier otro producto pensado para tal fin.

Destacando tanto sus virtudes (si las hay) como sus defectos (si los tiene). Así que pongámonos manos a la obra.

Plataforma: PC

Desarrolladora: CINEMAX, S.R.O.

Distribuidor: Meridian4

Fecha de Lanzamiento: 19 de diciembre del 2006

Género: Casual, Plataformas, Habilidad

Precio: 9,99€ (Steam incluye Chains, Obulis y Vigil: Blood Bitterness)

Gumboy Crazy Adventures Requisitos Mínimos

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Historia

El juego tiene historia, nada nos la cuenta, pero a medida que vamos superando fases del juego poco a poco podemos tratar de dilucidar qué es lo que estamos haciendo y a quién estamos ayudando.

La verdad sea dicha, en ningún momento se nos dan las razones de por qué estamos metidos en este berenjenal. Los primeros niveles simplemente se nos enseñan las extrañas virtudes que tiene nuestro protagonista, como tratar de utilizarlas y poco más.

Pues Gumboy como la traducción de su nombre dice, es una especie de pelota de goma viva y sonriente que gracias a su elástica naturaleza, puede cambiar de forma, flotar como un globo o llenarse de agua para poder sumergirse en el líquido elemento. Por supuesto además puede alterar su tamaño y adherirse a determinadas superficies como si fuera un chicle.

Tras unas cuantas fases de aprendizaje, pronto nos ponemos a la tarea. Tenemos que ayudar a unos extraños y sorprendentes seres que parecen necesitar de nuestras habilidades para ciertos menesteres. Y a cambio de nuestro auxilio, abrirán para nosotros un portal que nos permitirá desbloquear el siguiente nivel.

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Por desgracia poco más nos cuenta el juego y cualquier otra cosa simplemente son conjeturas que cada uno puede sacar de su experiencia con el mismo.

Lo que sí queda claro es que el apartado dedicado al guion del juego parece haber sido dejado aparte para centrarse en el juego en si.

Gráficos

En este apartado podemos destacar la sencillez y a la vez gracia que han tenido los diseñadores gráficos. Por supuesto estamos ante un juego con unos cuantos añitos, por lo que es normal no encontrar en él, los espectaculares gráficos de hoy en día que se aplican a este género de juegos (además, en aquellos años los juegos de plataformas en dos dimensiones casi habían sido relegados al armario oscuro del olvido). Pero sin embargo, el juego tiene escenarios realmente preciosos, sencillos y a la evocadoras escenas en las que nos movemos que nos hacen sentir que estamos dentro de un cuento para niños.

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A esto podemos añadir que el uso de los efectos de luz, tanto en entornos nocturnos como en las cavernas que visitaremos hace que el juego sea más atractivo aun. Y es en donde se demuestra cierto uso de las nuevas tecnologías gráficas de aquellos años.

El juego utiliza el sistema ya conocido de dos profundidades, la pena es que mientras el primer plano esta muy cuidado, el segundo queda relegado a ser un simple fondo inanimado, con lo que, en cierto modo no puede evitarse la sensación de que estamos jugando a un juego inacabado o simplemente nos encontramos ante muestra de falta de cuidado por parte de los creadores del juego.

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Por el contrario, el diseño de personajes, puede o no gusta al observador, pero son una verdadera maravilla de imaginación e ingenio. El personaje, esa pelota de goma bicolor de gran sonrisa tiene cierta gracia. Por otro lado las animaciones y los efectos de rebote están muy conseguidos (demasiado, pero eso ya lo explicaremos en el apartado de jugabilidad). Además está el diseño realmente bonito de los personajes a los que ayudamos, los duendes y el árbol viviente nos hacen recordad personajes creados por Brian Froud, Arthur Rakham o Edmund Dulac.

Y podemos decir sin temor a equivocarnos que este es el mejor apartado del juego.

Sonido

Solo se aprecia la importancia de una banda sonora cuando esta no está presente. Y este es el caso de Gumboy Crazy Adventure.

En muchos casos, las apreciaciones obtenidas de un juego pueden verse realmente influenciadas si lo que vemos va acompañado de una buena melodía que logra trasmitirnos nuevas sensaciones y refuerza lo que nos muestran las imágenes. Digo esto, porque Gumboy carece de música de fondo, lo que hace que el juego pueda resultar aburrido a pesar de que es muy frenético.

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Si es cierto que los efectos especiales resaltan muchísimo ante la carencia de la melodía de fondo, especialmente me han encantado las expresiones ininteligibles del protagonista y de los seres a los que ayudamos. Pero a pesar de todo, no contar con música hace que el juego se quede demasiado pobre e impide que la experiencia sea satisfactoria al carecer de la música alguna.

Jugabilidad

Vale, tenemos un juego en el que los gráficos son sencillos, con una estética realmente adecuada pero que no hace que el juego pueda destacar entre otros de su mismo género. El sonido no destaca en aspecto alguno a no ser por el hecho de encontrarnos ante un juego que no tiene melodía alguna. Y del argumento para que hablar, pues ni existe.

Entonces lo único que puede salvar la cosa es la jugabilidad, ¿no es cierto?

Pues la respuesta a esta pregunta es… no. La jugabilidad es inexistente, se trata de un juego de plataformas donde el control del personaje podríamos decir que es la creación de las pesadillas de una mente enferma.

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Se supone que estamos ante un juego de toque casual al que vamos a dedicarle un corto periodo de tiempo con la intención de dejar pasar unos minutos muertos que no podemos ocupar en otra cosa. Tratando de pasarnos un par de pantallas, y de camino ver si podemos superar nuestro anterior registro.

Pero resulta que nos encontramos ante la imposibilidad de lograr que el personaje que controlamos haga las cosas que deseamos. Nuestro protagonista tiene la desagradable costumbre de rebotar contra cualquier saliente del escenario y además hacerlo de manera aleatoria. En el mejor de los casos lo único que conseguiremos es igualar nuestro anterior logro o, si tenemos la suerte de que en ese momento se alinean diez galaxias, los planetas del sistema solar realizan una conjunción universal que solo se da una vez cada mil años, junto a que la ley del caos absoluto determine que es el momento propicio. Será cuando por casualidad lograremos superar el record anterior (por supuesto queda totalmente descartado y se convierte en una paradoja espacio-temporal lograr superar los records que los diseñadores del juego han programado, especialmente los de mejor tiempo).

Puede que esta afirmación resulte demasiado agresiva, pero la realidad es que el juego ha implementado demasiado bien la aleatoriedad del efecto rebote de nuestro personaje. Es decir, el juego emula con gran acierto la imprevisibilidad de los rebotes de una pelota de goma. Pero al tratarse de un juego de plataformas no es precisamente el entorno ideal para hacer este tipo de cosas.

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Esto unido a que el juego se basa en que tenemos que recorrer los escenarios a la mayor velocidad posible, pues requerimos de esa velocidad para subir, bajar, hacer loopings, etcétera. Y como resulta que el personaje tiene la desagradable costumbre de rebotar en cualquier resquicio y de manera aleatoria. Equivale a pasarte el rato viendo como Gumboy bota y bota cual pelota de goma sin permitirnos dirigirnos en la dirección deseada. Además, si mantenemos el botón de dirección apretado mientras hace estos botes descontrolados, si golpea contra el techo, sale despedido en dirección contraria. Esto es algo que con la practica logras controlar, pero como no sabes si va o no va a dar contra el techo, al final pocas veces logras anticipar dicho movimiento, con lo que se junta el hambre con las ganas de comer.

Por si esto no fuera suficiente, a todo esto se añade el cambio de forma del personaje. Algo que en un principio puede parecer sorprendente, y lo es (otro punto a su favor). Pero cuando descubres que las formas adicionales son de cubo y de estrella. Y que si antes los rebotes resultaban totalmente caóticos en la forma esférica, ahora con unas formas con ángulos la cosa ya es un desbarajuste completo.

Con el cubo el descontrol casi es semejante al de esfera, se reduce la velocidad de avance, pero las posibilidades de rebote aleatorio se incrementan exponencialmente. Aunque la verdadera estrella de la fiesta (perdón por el juego de palabras), es la forma de estrella. Aquí la cosa ya es totalmente absurda, cada vez que el personaje toca una superficie con una punta, podría decirse que tiene las mismas posibilidades de ir en la dirección prevista como salir en cualquier otra dirección inesperada. En algunos niveles, al tener que utilizar dicha forma, el concepto de juego casual pierde totalmente su sentido, obligándonos a invertir más de diez minutos (en los mejores casos) para lograr pasar solo una parte del nivel en cuestión.

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Como se apreciar la incapacidad de controlar adecuadamente al personaje, hace que la jugabilidad sea realmente reducida. Debido a esto, acabar cualquier nivel deja de ser una prueba de habilidad por nuestra parte para simplemente ser una mera casualidad dada por la repetición insistente del jugador.

Conclusión

El juego no es bueno, se mire como se mire. Aunque tenga unos gráficos correctos, la falta de música y de un argumento mínimo, junto a una jugabilidad desastrosa, hace que lo que en un principio parecía una buena idea la final resulte ser un desastre completo.

Sé que criticar es muy sencillo, pero tras haberlo jugado en su totalidad puedo afirmar que la experiencia no ha resultado satisfactoria en ningún momento, especialmente en los niveles más avanzados donde sientes que da igual si tratas de hacerlo con cuidado o si simplemente te limitas a apretar los botones de dirección, pues tienes las mismas posibilidades de que salga bien de ambas maneras. Podríamos alegar que se trata de un juego antiguo y por ello tiene estas deficiencias, pero se trata de un juego del 2006 y a esas alturas, la experiencia de juegos de plataforma de habilidad esta claramente desarrollada (solo tenemos que recordar a grandes juego del género como la saga Sonic o Capitan Havoc entre otros donde la velocidad es un elemento muy importante pero no se descuida la jugabilidad)

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A esto se le añade que el único premio que obtenemos al acabar cada nivel es comprobar que nuestra habilidad ni se aproxima a la que los programadores han establecido con lo que podemos añadir un elemento más a nuestra frustración.

Por desgracia, actualmente hay bastantes juegos del mismo género que resultan muy superiores. Y como el juego no es un clásico del género tampoco tiene el aliciente para los coleccionistas.

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Gonzalo Tello González

De profesión técnico informático, diseñador gráfico y fotógrafo. Provengo de la generación que ha tenido la suerte de ver toda la evolución de los ordenadores y de las consolas. Desde los 8 bits hasta la era actual. Enamorado de la tecnología, adoro el mundo de los videojuegos y todas las grandes experiencias que ellos me han proporcionado. El cine es una pasión, leer libros una necesidad y disfrutar de los comics y mangas algo intrínseco a mi existencia. Por si esto no fuera suficiente, soy jugador de rol a la antigua usanza y además estoy diseñando mi propio juego de rol (aunque eso es un proyecto a muy largo plazo).

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