En 2014, Machine Games y Bethesda marcaron un cambio importante en la trayectoria de los FPS para un jugador con su renovado Wolfenstein. Centraron su atención en un diseño de niveles relativamente abierto, pensado para que el jugador resolviera el encuentro de la forma que prefiera, dentro del espectro de la acción pura y dura y el sigilo más absoluto. Con Wolfenstein II: The New Colossus la desarrolladora intenta explorar una nueva cara narrativa a matar nazis, puliendo los aspectos mecánicos que lo hicieron tan especial en su lanzamiento original.
El universo Wolfenstein tiene lugar en una línea temporal en la que los nazis ganaron la segunda guerra mundial, y nosotros, a través de B.J. Blaskowitz, somos la última oportunidad para acabar con su reinado del terror. Mientras que en The New Order, nuestro objetivo es terminar con el peligroso Dr. Calavera, en Wolfenstein II nos encontramos con la tarea de comenzar una revolución en EE.UU., que ha sido tomado por los nazis.
El tono ultraviolento, crudo y adrenalínico sigue tan intacto como en su primera entrega, e incluso potenciado por la dirección que ha tomado Machine Games en esta edición, explorando los diferentes personajes en sus escenas impactantes no sólo por la situación en sí, sino por la maestría cinematográfica que demuestran los desarrolladores. Encontramos diálogos y narrativas variadas dentro del bando revolucionario, mientras que los nazis son representados uniformemente de forma brutal, soez y mezquina, perfectamente justificando las motivaciones de nuestro protagonista, y la de nuestra violencia matando nazis.
Wolfenstein II: The New Colossus consigue tomar muchas decisiones atrevidas correctamente, ya que puede respaldarse en sus cimientos, centrados en su gameplay. Estos pulen aún más los aciertos conseguido en The New Order, sobre todo en cómo se comportan las armas del juego. El retroceso de cada tiro, además de su diseño de sonido y su funcionalidad las distingue perfectamente entre ellas, y crea situaciones donde cada una es particularmente eficiente según el tipo de encuentro, animando al jugador a ir variando sobre la marcha su estrategia. Sin embargo, sobre todo al principio de la experiencia, los niveles son algo confusos, acabando en muchas ocasiones con el jugador dando vueltas buscando el interruptor correcto para avanzar. Pero, a medida que uno se va familiarizando con el juego, estos momentos de confusión ocurren cada vez menos.
Por otro lado, un despiste en pleno combate puede acabar fácilmente en una muerte del jugador, incluso en dificultades más bajas. Wolfenstein II, como indiqué ya en las primeras impresiones, no es un juego que tolera la temeridad sin sentido, por mucho que nuestro protagonista, B.J. Blaskowitz, parezca una máquina de matar indestructible.
Machine Games reintroduce el método de mirilla tan peculiar establecido en el primer Wolfenstein, en el que pulsando L1, o su equivalente en otras plataformas, elegiremos la inclinación de nuestra arma, permitiendo salir y entrar en cobertura libremente. Aunque esto parezca una mera mecánica secundaria, pudiendo completar el juego sin tener que utilizarla, sí que es una declaración de intenciones por parte de los desarrolladores, implicando que la forma ideal de aproximación al enemigo, es detrás de una cobertura, al menos cuando no estemos moviéndonos sigilosamente acabando con nazis despistados con nuestra hacha.
Y quizás esa sea la mayor pega que se le pueda tener en cuenta en cuanto a cómo se diferencian las expectativas que el juego genera y cómo las resuelve. Nuestro protagonista es un paradigma de virilidad y violencia, pero el juego no permite comportamientos brutos. Cuando nos acercamos a bocajarro a nuestro enemigo, estamos tomando un riesgo que permite sólo el modo fácil. Por otro lado, narrativamente vemos como el foco de Machine Games toma la premisa de Wolfenstein para dibujar y enfatizar los distintos personajes del bando liberador, creando sus propios pequeños arcos narrativos y desarrollándolos lo suficiente para que empaticemos con ellos y nos agrade luchar a su lado.
No sólo consigue este título explorar su elenco de forma refrescante, sino también plantea un punto de inflección con el cual podremos reflejar la sociedad actual a través de la caricatura que ofrece The New Colossus. Ver el clásico pueblecito americano, tan implantado en nuestro imaginario, repleto de Swastikas crea una imagen de lo más impactante. Machine Games y Bethesda saben esto, y lo aprovechan para trazar no tan sutiles comparativas con la actualidad política, tanto americana como internacional.
Si buscamos una adaptación a videojuego de Malditos Bastardos de Quentin Tarantino, Wolfenstein II: the New Colossus aporta una experiencia ultraviolenta más que satisfactoria con su pulidos controles, incluso atreviéndose a tocar temas más relevantes hoy en día de los plantaba el filme. Dónde el cliché de matar nazis en los videojuegos parecía que haber quedado estanco, Machine Games consigue, bajo Bethesda, buscar una nueva ruta por la que abordar el tema, incluso incomodando por lo cerca de casa cae el tema de conversación que el juego pone sobre la mesa.