Análisis Rocketbirds: Hardboiled Chicken

Un pollo busca venganza, los pingüinos dominar el mundo. Con esta premisa nos adentramos en el dictatorial mundo de Rocketbirds: Hardboiled Chiken, donde nuestro protagonista, un pollo entrenado para la batalla por quienes ahora son sus principales enemigos, hace la guerra por su cuenta con la intención de derrocar al dictador de turno. El camino es largo, llegar hacia las altas esferas está bien protegido y es duro, pero este pollo tiene muy mala leche.

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Es difícil abordar un juego como este, que quizás por su aspecto pueda pasar por un título menor. En primer lugar se nota que está hecho con cariño, sin prisas, y eso es una sensación que se tiene al jugarlo, algo que no se puede definir fácilmente con palabras y varias capturas. En segundo lugar no nos encontramos ante un producto innovador, pese a ello es difícil despegarse del mando y el feeling es el de estar jugando a algo fresco, diferente.

Versión analizada: PlaystationVita

También disponible: PS3 y PC

Precio: 7,99 €

Desarrollador: Raploop Asia

Distribuidor: Ratloop Asia

Textos: Castellano

Genero: Plataformas, Acción

Ya a la venta

Puede ser por una nula publicidad, o vaya a saberse el por qué, Hardboiled Chiken es un título que ha pasado bastante desapercibido a pesar de cosechar buenas críticas y estar disponible, desde hace ya mucho, tanto en PC como en PS3 vía descarga. Aunque este análisis sea sobre la versión de Vita, las virtudes son prácticamente las mismas en todas las plataformas. Los añadidos no pasan de poder mover un poco la perspectiva girando la consola y de usar la pantalla táctil a la hora de movernos por los menús o elegir armas, además de la táctil trasera para tirar granadas. Es útil y no necesita más, y el principal beneficio es disfrutar de tanto detalle y color en la pantalla Oled, que encaja tan bien que parece un exclusivo de la consola.

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Nuestro pollo, la versión Kentucky de Rambo, se maneja con soltura y en dos segundos ya estamos hechos a los controles. Correr, saltar, disparar, lanzar granadas, rodar, acuchillar y empujar cajas, todo muy de manual la verdad, pero que funciona y es bastante ágil. Tampoco las armas son el paradigma de la originalidad, cuchillo, pistola, un par de metralletas, escopeta y granadas. Sin embargo, no todo es lo típico que espera uno en un juego de acción y plataformas, la granada mental te permite manejar a enemigos, algo muy útil tanto para pasar desapercibidos, acceder a zonas a las que no lleguemos o simplemente para limpiar el camino de pingüinos hasta que nos maten. Que nos cansamos de nuestro “huesped”, nos pegamos un tiro y listo.  De hecho, no os dejéis engañar por el aspecto gráfico, aquí la violencia se sirve con cucharadas soperas y la sangre se pega que da gusto en las paredes, entre otros momentos tarantinescos tanto en vídeos como en gameplay.

 El juego es un plataformas 2D, donde solo se puede disparar de frente pero las fases están divididas en diferentes niveles de altura. Para avanzar toca maldecir cada puerta que encontremos cerrada y volver atrás en busca de la tarjeta que la abra. Recuerda vagamente a la forma de jugar un Metroid. Los escenarios son de estructura similar pero de diferente ambientación, se repiten mecánicas y pequeños puzzles, pero el ritmo está bien llevado y alterna con niveles donde manejaremos un jet pack, que son una ensalada de tiros por el aire y cambian la dinámica, por lo cual no llegamos a saturarnos.

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Los niveles de dificultad están bien planteados. Quien esté acostumbrado a jugar los juegos directamente en difícil, debido al bajo nivel de dificultad actual, puede que el juego se le convierta en un hueso demasiado duro de roer de primeras. Para pleno disfrute de la aventura, aconsejo disfrutar del juego en su nivel normal, que no es un paseo pero tampoco algo por lo que tirarse de los pelos, lo que nos permitirá disfrutar de la historia, de sus delicatessen visuales y de las armas. En difícil dile adiós a los tiros, ya que la munición en escasa y se gasta antes, y dale utilidad al cuchillo y al sigilo. El gran acierto es que aquí cambiar de dificultad consiste también en un cambio en el planteamiento jugable, y no solo poner en pantalla más enemigos. Por si todo esto fuera poco, existe un modo cooperativo casi tan largo como la campaña que realmente merece la pena, pero, y es el gran pero que le encuentro al juego, para jugar en Vita solo puedes hacerlo con amigos registrados en tu cuenta y que evidentemente tengan el juego, lo que es un engorro innecesario que te obliga a quedar para jugar. En mi opinión una restricción absurda que lo único que conseguirá es que muchos se pierdan el estupendo trabajo que hay detrás de este modo.

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Es imposible separar lo artístico de lo puramente técnico a la hora de comentar el apartado visual. Esto se debe a que el juego sigue una escala desde lo más puramente cartoon, hasta texturas y efectos mucho más realistas. Esta gama de elementos visuales se funde de manera armoniosa y natural, siendo el conjunto todo un espectáculo para la vista. Las influencias son claras, cartelería típica de los primeros regímenes comunistas soviéticos, uniformes enemigos muy nazis y en general todo muy segunda guerra mundial. Eso sí, toda esta iconografía esta mezclada con estilosos diseños más típicos del arte urbano, con personajes que se mueven y se expresan como un dibujo animado (algo más robóticos), fondos estilizados y con proporciones exageradas, efectos de luz muy realistas y texturas también verosímiles, pero que juegan con el color a favor siempre del conjunto. En resumen, un apartado donde todo el planteamiento está bien resuelto, y que a pesar de estar repleto de referencias el acabado es único y lleno de personalidad.

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El sentido del humor es otro pilar básico de Rocketbirds, y que alcanza su punto álgido en las conversaciones que tienen los soldados entre ellos (cuando no nos ven) y en algún que otro meeting del dictador, que dicho sea de paso es bájito, calvo y con cara de tonto, ahí lo dejo. Los vídeos y algunas acciones contextuales son también muy cómicas, por no hablar de algún nivel concreto, como el museo, que es para partirse el culo. La historia es ligera, pero se lleva mejor gracias a la coña constante y consigue mantener nuestro interés. Los vídeos también ayudan, tienen un gran peso narrativo, con ángulos más cercanos al cine y casi sin diálogos.

Someone tells me you hearing voices. El sonido no está planteado para que acompañe, si no más bien para que te lleve. Como en el cine,  la música solo aparece en momentos clave, con el acierto en esta ocasión de utilizar un grupo para componer la banda sonora. New World Revolution, grupo contundente pero con estilo, consigue redondear la impresión del jugador de encontrarse ante un producto cuidado y diferente. En lo que respecta a los efectos, son los correctos en las armas y destaca el sonido ambiente, que es muy atmosférico y acertado con el escenario, haciéndote sentir por los aires con el sonido del viento o dentro de una base bajo tierra, con ruidos sordos y huecos.

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Como conclusión, Rocketbirds es un título más que recomendable en cualquiera de sus versiones, pero que si dispones de una Vita es la opción más vistosa y donde mejor se luce. Cuando un juego está hecho sin prisas y cuidado en todo sus apartados, el resultado suele ser redondo. Existen carencias,  como secciones repetitivas y el inexplicable trato hacia el cooperativo, pero estas pasan desapercibidas si las bondades te golpean de forma violenta en pantalla. Un pollo, armas y un montón de pingüinos nazis, un sueño húmedo con el mando en las manos.

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Etiquetas New World RevolutionRatloop AsiaRocketbirds: Hardboiled Chicken

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Carreto

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Dame una portátil y seré feliz. Dirijo el podcast, cosa que es muy llevadera gracias a mis compañeros. Le pego a todo, pero tengo predilección por los plataformas y por los juegos que te tocan la patata. I´m not a slave to a god that doesn´t exist. @charlescolgao

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