Análisis Kromaia

La destrucción de los dioses

Este es el apartado más complicado de analizar. La razón es muy sencilla: Kromaia no es un simulador de naves espaciales, pero tampoco es un juego de acción de naves espaciales, ni tampoco un arcade de naves espaciales. Es todo a la vez y ninguno también. Esto conlleva que no va a agradar a ninguno de los puristas de los distintos géneros anteriormente mencionados, pero la verdad es que logra combinar de manera fantástica estos tres géneros.

La jugabilidad siempre ha sido la piedra angular en cualquier juego, pues de eso estamos hablando, de algo para jugar. Kromaia es un juego de naves espaciales que puede ser frenético y rápido o puede ser lento y pausado. En algunos momentos nos veremos obligados a viajar a velocidades de vértigo mientas tratamos de zigzaguear entre gigantescas columnas o campos de asteroides, o entretanto estamos rodeados de decenas de enemigos que inundan el espacio que nos rodea con sus disparos; aunque en otros momentos tendremos libertad y tranquilidad para explorar el escenario a nuestro antojo. Esto se sucede continuamente, escenas delirantes con momentos de sosiego, por lo que es como estar en una montaña rusa sin fin.

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La historia ya ha quedado medianamente explicada, pero ¿cómo la jugamos? Pues aquí es donde se pone en práctica el género de juego de acción. En cada escenario deberemos recoger un total de veinte objetos que despertarán al dios que domina ese universo. Deberemos de hacerlo en un determinado orden que nos impone el juego, pues este solo activa uno de esos objetos, y únicamente hasta que lo recojamos no aparecerá el siguiente y solo en ese momentos se nos indicará su nueva situación. Todo esto lo llevaremos a cabo mientras tratamos de controlar el movimiento algo complicado de nuestra nave, y aquí es donde entra el apartado de simulador espacial.

El juego tiene en cuenta cierta física de movimiento vectorial espacial al tratarse de un juego arcade. Si aplicásemos la física real, sería casi imposible crear los ardientes combates que se desarrollan en todo momento. Pero sí que mantiene ciertos movimientos de navegación que solo puede darse en entornos donde no existe los pozos gravitacionales planetarios. De esta manera, nuestra nave se mueve por medio de vectores de dirección; tenemos la posibilidad de movernos hacia adelante, hacia atrás, hacer giros tanto sobre el propio eje de la nave como giros elípticos, y adicionalmente podemos desplazarnos por el eje lateral y el eje vertical como si de un helicóptero se tratase, lo cual puede resultar bastante complicado de asumir y pilotar. Además el juego simula ligeramente el efecto del movimiento inercial, con lo que si viajamos a mucha velocidad, cambiar de dirección siempre implica que tardaremos un poco en cambiar la dirección vectorial de nuestro desplazamiento y además veamos cómo nuestra velocidad se ve reducida al tener que aplicar una nueva fuerza de impulso para el nuevo vector.

A esto se añade la dificultad de que cualquier contacto tanto con objetos del escenario como con los enemigos o sus disparos puede significar que veamos modificada completamente nuestra dirección de movimiento y nuestro encaramiento, por lo que muchas veces nos veremos viajando en dirección completamente opuesta a la que deseamos al haber sido golpeados por una nave enemiga, un disparo extraordinariamente potente o simplemente por habernos rozado con un objeto a la deriva espacial. A todas estas complicaciones se añade que tanta libertad de movimiento implica una elevada dificultad a la hora de lograr alcanzar a los enemigos con nuestros disparos, pues estos se mueven muy rápido y completamente ajenos a los efectos de la física.

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El juego es difícil, realmente difícil y complicado para todo aquel jugador que no cuente con una elevada capacidad de asimilación espacial. Por suerte, el juego puede ser jugado con teclado y ratón, con lo que la dificultad de los movimientos en tres dimensiones se ve controlada por el teclado, mientras que el encaramiento lo realizamos como si de un juego de disparos en primera persona se tratase, perdiéndose entonces la sensación de entorno espacial y resultando bastante más sencillo de manejar. O por el contrario, podemos jugar en modo experto utilizando un joystick y así adentrarnos en su modo de simulador espacial, con todo lo que esto conlleva.

Además, si todo esto no fuese poco, el juego nos plantea cuatro niveles de dificultad: fácil (medianamente sencillo, con muchos puntos de guardado), normal (los puntos de guardado se reducen), difícil (puntos de guardado son mínimos) y muy difícil (no hay puntos de guardado y hay que completar el nivel de un tirón).

Por lo demás la dificultad es la misma en los cuatro modos. Para sobrevivir a los enemigos tenemos un escudo protector que absorbe cuatro impactos; una vez se acabe, el quinto nos matará y nos veremos obligados a empezar desde el último punto de guardado en ese nivel. Además, cuando viajamos a velocidades muy altas, si nos golpeamos contra algún objeto, directamente moriremos y tendremos que volver al punto guardado para volver a empezar. De ahí que la dificultad no sea que hayan más o menos enemigos, sino la cantidad de tiempo que aguantemos hasta llegar al final del nivel y destruir al dios en cuestión.

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Por supuesto el juego pone su gran arcade, dándonos ciertos objetos que nos permitirán alargar el tiempo en el que nuestra velocidad turbo permanece activa (recordando que estrellarnos equivale a nuestra muerte) y en algunos momentos encontraremos regeneradores de escudos, que nos recuperan de un impacto (son escasos y apenas se pueden contar con ellos para sobrevivir).

Las naves tienen dos tipos de disparo: el primario, que suele ser el más rápido pero de menor daño, y el secundario, mucho más destructivo pero que requiere de una recarga entre disparo y disparo. Una buena combinación de ambos será la única forma de poder sobrevivir a las oleadas de enemigos y después destruir a cada uno de los dioses, los cuales requieren un determinado modus operandi para localizar sus puntos débiles y poder destruirlos (muy al estilo Shadows of the Colossus, God of War, Gradius o cualquier otro juego de naves espaciales en el que debemos ir destruyendo a enemigo de fase poco a poco).

El juego tiene una duración bastante equilibrada, pues a pesar de no ser extraordinariamente largo, solo tiene 17 fases. En las dificultades más altas puede requerir de muchas horas de juego. Además, la curva de aprendizaje es muy elevada (especialmente lograr hacerse con el control de la nave espacial cuando se juega con joystick), por lo que cuando lo terminas no te deja la sensación de que ha sabido a poco. Pero por si aún se quiere alargar la vida del juego, siempre es posible recurrir a jugarlo en una dificultad más elevada o ir a un modo de juego llamado Score Attack, que nos pone a prueba para tratar lograr el máximo número de puntos mientras recogemos partes de las llaves a la vez que tenemos un tiempo que se va acabando y los enemigos nos atacan en continuas oleadas.

Recapitulación del viaje

Kromaia es un juego español que nos llega de la mano de Kraken Empire. Como tal, parece tener ciertas reminiscencias de un elemento que destacó sobremanera en la edad dorada de los videojuegos españoles, una extraordinaria muestra de ingenio y originalidad, calidad indiscutible, jugabilidad a prueba de bombas y una dificultad capaz de llevarte a la locura absoluta. Todo esto hace de Kromaia una verdadera joya que debe de ser contemplada tal como es, un videojuego que divierte. No se trata de una aventura gráfica que nos tendrá sentados y pegados a la pantalla cientos de horas, no es un FPS donde masacraremos a malvados enemigos despiadados, ni es un simulador que nos hará sentirnos verdaderos pilotos espaciales; es una mezcla muy buena con la que podemos disfrutar de un juego divertido, entretenido, que nos permite descargar adrenalina y además pasar un buen rato. Además, la estética del juego es realmente impresionante. Los gráficos que a simple vista parecen sencillos y pobres, demuestran una espectacularidad impresionante sin necesidad de la prepotencia de motores gráficos sobrecargados y fotorealistas.

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Kromaia es bueno, es divertido y muy impresionante, pero siempre que se le mire con justicia y se le dé la oportunidad debida. Sé que decir esto último debería de ser innecesario si tan buen es el juego, pero actualmente nos encontramos cegados por las megaproducciones y estas eclipsan por completo la luz de cualquier otra obra, algo que le sucede a Kromaia. Lo que sí está claro es que ningún jugador queda indiferente tras probarlo.

Jugabilidad8
Historia6.5
Gráficos7.5
Sonido7.5
Una extraordinaria combinación de géneros que sirve para reinventar y mezclar de manera asombrosa estilos tan dispares como los Shoot'em Up, los juegos de acción de naves espaciales y los simuladores espaciales. Todo ello con una estética realmente minimalista y que nos recuerda a las películas de Tron. Y además de manos de un estudio español, que añade el toque clásico de los videojuegos españoles con una dificultad endiabladamente deliciosa.
7.4
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Gonzalo Tello González

De profesión técnico informático, diseñador gráfico y fotógrafo. Provengo de la generación que ha tenido la suerte de ver toda la evolución de los ordenadores y de las consolas. Desde los 8 bits hasta la era actual. Enamorado de la tecnología, adoro el mundo de los videojuegos y todas las grandes experiencias que ellos me han proporcionado. El cine es una pasión, leer libros una necesidad y disfrutar de los comics y mangas algo intrínseco a mi existencia. Por si esto no fuera suficiente, soy jugador de rol a la antigua usanza y además estoy diseñando mi propio juego de rol (aunque eso es un proyecto a muy largo plazo).

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