Los desarrolladores de videojuegos han encontrado un nuevo filón en el género survival horror. Un género que hasta hace nada parecía de capa caída pero que en los últimos años ha experimentado un inesperado resurgimiento para consuelo de todos aquellos bichos raros que hemos aprendido a disfrutar de conectar con el que quizá sea el sentimiento más primario de todo ser vivo: el miedo.
La fórmula es simple. Un personaje solitario tiene que enfrentarse a lo desconocido, superando cantidad de obstáculos mientras uno o varios enemigos a los que no puede derrotar ni queriendo le pisan los talones y le hacen la vida imposible. Generalmente todo esto suele suceder en un paisaje oscuro y tenebroso y, aunque estos elementos se cumplen en la mayoría de los títulos de este tipo, los amantes de la angustia y el terror no parecemos cansarnos de esta combinación. Pero, ¿qué pasa cuando ese enemigo es el propio terreno? ¿Qué pasa cuando ni siquiera de día estamos a salvo?
Bienvenido al Bosque
Lo que pasa entonces es The Forest. Aunque el título ya nos informa de que el bosque va a tener una gran importancia en la trama, lo que descubrimos al iniciar el juego y ver cómo nuestro avión se estrella en mitad de un claro es que ni los árboles van a ser nuestros amigos aquí. Este survival horror se centra más en la parte implícita en la primera palabra que describe el género, pero ni de lejos olvida la segunda.
La historia comienza, como ya os hemos dejado intuir, con nuestro protagonista sentado en un avión. A su lado, un niño duerme agarrado a su brazo cuando. De pronto el avión se parte en dos y comienza a caer. Ante el golpe que sufrimos al llegar al suelo, quedamos inconscientes tras ver cómo un hombre vestido sólo con un taparrabos y unas extrañas pinturas se lleva al niño que nos abrazaba. ¿Nuestro hijo? Nada más despertar, lo primero que vemos es a varios pasajeros muertos y las barras de estado en la parte inferior de la pantalla nos informan de que estamos a punto de morir de hambre. Así nos da la bienvenida el bosque, quitándonos absolutamente todo y dejándonos a merced de nuestro ingenio.
Si inspeccionamos el avión estrellado, pronto encontramos algo de comida con la que calmar a nuestro rugiente estómago, una guía de supervivencia y lo único parecido a un compañero que vamos a ver por el momento: un hacha. La guía de supervivencia será nuestro tutorial en este juego, y será prácticamente obligatorio leerla de arriba a abajo si no queremos acabar falleciendo durante la primera noche, pues el bosque no nos lo va a poner nada fácil. Tendremos que buscar materiales para construirnos un refugio antes de que llegue la noche, algunas ramas y hojas secas para encender un fuego que nos mantenga calientes y, cómo no, comida para no morir de hambre. Esto último tendremos que hacerlo con sumo cuidado, pues es fácil intoxicarse con setas venenosas o que nos siente mal la carne de lagarto. Sibaritismo puro.