Casi un año después de que los supervivientes de State of Decay escapasen del Valle de Trumbull y algunos meses de que viajasen de ciudad a ciudad en la autocaravana de Breakdown, llega Lifeline descubriéndonos nuevas historias y un punto de vista diferente. Esta vez controlaremos la unidad del ejército “Greyhound One” justo al inicio del apocalipsis, cuando las cosas empiezan a descontrolarse, en un nuevo mapa totalmente nuevo, con el que dejamos de lado los espacios abiertos y desérticos de State of Decay para dar paso a los edificios destrozados de la gran ciudad Danforth.
Nuestra misión: buscar y rescatar a un grupo de científicos que el gobierno piensa que pueden acabar con la infección que amenaza con borrar la humanidad de la faz de la tierra. Parece simple, pero si algo ha aprendido Undead Labs con el anterior DLC de State of Decay, es que el aumento de dificultad nos encanta, aunque esta vez quizás se hayan pasado un poco. No ha sido una vez, sino dos veces las que he tenido que reiniciar la partida desde cero, frustrada por haber perdido a alguno de mis supervivientes en un mal movimiento. Y es que, aunque seamos soldados experimentados y entrenados para matar, nadie nos entrena para lo que se viene encima con un apocalipsis zombie, y en Lifeline cualquier paso en falso supone la muerte.
Como siempre en State of Decay, no controlaremos a un solo personaje o a un protagonista, sino que todos los supervivientes son personajes jugables, y en esta unidad de soldados tendremos a varios con sus propias personalidades y actitudes. Uno de los más carismáticos sin duda es el sargento Kelly “Sasquatch” Eldridge, o también conocido como “el puto amo”, quien dará un poco de vida a la trama de Lifeline. Pondrá a nuestra disposición una serie de misiones en las que tendremos que matar a uno de los zombies especiales (salvajes, fétidos, etc.) de una manera en concreto para poder así tomar muestras e ir descubriendo el por qué de la transformación de los humanos en esas cosas asquerosas. La historia del DLC en sí no tiene mucha chicha, ya que se limita a mandarnos de una punta a otra buscando a los valiosos científicos, pero estas misiones añaden más acción y humor a la trama.
Además de los objetivos que nos marca la campaña, centrados en buscar a dichos científicos, también tendremos que buscar a otros supervivientes que nos llaman por radio, desesperados por sobrevivir; y defender Black Friday, nuestra base de operaciones en la ciudad. Situada en una posición estratégica desde la que podremos acceder a todos los barrios de Danforth, también podremos colocar minas, bombonas de gas o fuegos artificiales explosivos, todo esencial para poder sobrevivir a cada una de las oleadas de zombies que nos atacarán frecuentemente. En el minimapa tenemos un medidor de amenaza del 1 al 3 para avisarnos del nivel de peligro que sufre nuestra base por la llegada de un ataque zombie. A veces es desesperadamente difícil conseguir superarlas debido a que la IA de los otros soldados es nula. Muchos de ellos ni se mueven de sus posiciones para defender el perímetro e incluso los supervivientes que no están armados, en vez de apartarse o esconderse en un lugar más seguro, como por ejemplo, el edificio de la base, se quedan en medio, sin hacer nada más que quedarse rezagados llorando por auxilio, dando más de un dolor de cabeza a una servidora. Entre asedio y asedio tendremos tiempo para poder seguir con nuestras obligaciones: salvar a civiles, conseguir recursos y explorar la ciudad. En ocasiones es bastante desesperante el poco tiempo que hay entre cada ataque zombie, limitando bastante la libertad de juego, ya que hay que volver a base cagando leches para poder defenderla (porque la inutil inteligecia artificial hace imposible delegar la defensa en tus compañeros).